Ayer, como no podía ser menos al ser el día de Navidad, teníamos que disfrutar de algún vino único y tuvimos la suerte de hacerlo. Una buena mesa de Navidad sin unos buenos vinos no es lo mismo. Y destacamos entre los vinos que probamos uno que nos ha resultado gratamente sorpresivo. Hablamos de este vinho verde elaborado por la Real Companhia Vinicola do Norte de Portugal, bodega ya cerrada hace unos cuantos años y que, según nuestra información, ronda los primeros años de los 90 del siglo pasado, con lo cual era toda una aventura el probar un vino que se debería beber entre 1 y 3 años desde que se embotelló, casi 25 años después de ser precintado.
En botella parecía que el vino había perdido un poco de brillantez, pero cuando lo abrimos, el disfrute fue enorme.
Según servimos la primera copa y el vino tuvo contacto con el oxígeno, parece como si ‘reviviese’:
Enseguida se percibió el color dorado de estos ‘albarinhos’ de Portugal. Muy limpio en copa para la edad que tenía el vino, menos brillante que un vino joven, pero conservaba a la perfección los rasgos característicos de este tipo de vinos.
Un aroma en nariz curiosamente fresco, cítrico, que conservaba muy bien la ligereza de los jóvenes.
Amplio de entrada en boca, un paso seco y ligero, muy varietal (albariña).
La única pega que tuvo el vino es que en el momento que entró en contacto con el oxígeno se deterioró rápidamente, lógico por otro lado ya que es un vino que no debería ser bebido 25 años después de ser embotellado.
Lo cierto es que la botella se bebió muy rápido con lo cual pudimos disfrutar de prácticamente toda ella sen su esplendor. Una delicia catar vinos blancos ‘jovenes’ como este, 25 años después de ser embotellados.
