Además de saber a que temperatura debemos de servir el vino, otra cosa muy importante es saber como debemos conservarlo mientras no llega el momento de beberlo.
Las condiciones idóneas para la conservación de los vinos son aquellas que tienen en cuenta la humedad, la temperatura, la oscuridad, la ausencia de olores parásitos e intensos y el reposo de los vinos. Otros condicionantes a tener en cuenta son:
- La ventilación.
- Las paredes o muros, han de garantizar un perfecto aislamiento térmico y acústico. El interior de las mismas ha de ser blanco y a ser posible, de cemento con gravilla.
- Los sistemas de aislamiento de fibra de vidrio o poliuretano expandido.
- El suelo cumple una función higrométrica muy importante, se aconseja que sea de un material que absorba la humedad, como cerámicas porosas, aunque el mejor es el suelo de tierra, batida o pisada, y arena del río.
- La mejor orientación es la norte y la peor es la sur.
- Los lugares más adecuados, dentro de ciertas limitaciones, pueden ser o una habitación interior o el vestíbulo, donde se puede construir un pequeño botellero con materiales aislantes.
Una pequeña gran utilidad: poseer un «cuaderno de bodega» o fichero, donde anotar entre otras cosas, el nombre del vino, el tipo, la cosecha, fecha de adquisición, precio, así como cualquier otra incidencia que se considere de utilidad.
Puntos claves de la buena conservación
- La temperatura ideal para conservar el vino es de 10 a 15ºC.
- La temperatura mínima en invierno no debe ser inferior a 7º C y en verano no debe superior a los 20º C.
- Conviene que la humedad relativa de aire esté en torno al 70%.
- Las botellas han de estar en posición horizontal.
Por otro lado, los vinos han de estar protegidos de las oscilaciones térmicas, el máximo no ha de superar los 2º C de fluctuación diaria. También debe evitarse en lo posible la luz tanto natural como artificial, por ello es importante utilizar las lámparas portátiles con filamento de carbón o luces frías indirectas.
