Qué es una cata a ciegas 1
Vinos

Sobre las catas a ciegas, frikis del vino y cómo aprender de este mundillo

Catas a ciegas como forma de aprender de vinos

Cata a ciegas se unen a la degustación de vinos sin ver la etiqueta. Aparte de ser un deporte popular entre los frikis de vino, también es un medio útil para probar las capacidades de los futuros alumnos que se están formando en materia del vino. Pero también es la forma que tienen los profesionales de evaluar los vinos.

Ya se nos antoja complicado para un experto el adivinar el tipo de uva, la zona de procedencia de un vino, el año en que se ha elaborado, … como para que lo intentemos los menos avezados en esos menesteres.

Y es que las catas a ciegas están de moda, para que lo vamos a negar. Que los amigos del vino vayan a probar unos cuantos, desconocidos por completo, y se aventuren a adivinar qué vinos son y muchas más cosas, en la mayoría de los casos nos parece ya no un snobismo, sino ya una frikada.

En las catas de vinos juega un papel fundamental la memoria. Concretamente la memoria olfativa. Muchos amantes pero no grandes conocedores de los vinos, se acuerdan de uno u otro vino que hayan probado en alguna ocasión y pueden llegar a identificar y recordar sus aromas o sabores. Pero si lo que se quiere en una cata es poder compararlos con otros vinos que hayamos probado anteriormente, ¿cómo compararlos si ni siquiera sabes con qué lo tienes que comparar?

Otra cosa es que grupos de amigos quieran realizar una competición de conocimientos sobre vinos entre ellos. Sin duda es algo divertido. Un grupo de amiguetes realizando una cata a ciegas es, sin duda, una experiencia que os recomendamos. Pero ahí se queda la cosa. Aprender de nuevos vinos, nuevas varietales o zonas, exige realmente saber que tenemos en nuestra copa.

El vino en la copa

Muchas de las características de cada vino, y que a la postre son la que los hacen diferentes, dependen de ciertos puntos o aspectos tangibles que, sin conocerlos, no valdría la pena probarlos ni sabríamos valorarlos en su justa medida.

Por ejemplo, si nos ponen un vino tinto delante y lo catamos, primero miraremos si nos gusta o no para luego intentar adivinar más cosas como la uva, procedencia y cosas similares. ¿Y si por casualidad estamos ante un vino de una zona determinada que es rarísimo en ella por su paso por crianza en meses, por que se ha envejecido en ánforas de barro o en bodegas submarinas….? Si desconocemos eso, podemos estar dándole vueltas al vino que, difícilmente daremos con él. Lo interesante en este caso por ejemplo es comprobar durante la cata cómo afecta el envejecimiento en ánfora de barro a una determinada uva. Pero claro, si no sabemos esto, ni de que uva se trata, malamente podremos valorar esa crianza. ¿De qué nos vale aquí una cata a ciegas? ¿No sería más interesante el identificar la uva y la zona de ese vino y poder compararlo con otros vinos de esa zona de la misma varietal para comprobar que diferencia tienen entre ellos por ese paso por ánforas?

Si hablamos de concursos de vinos internacionales, donde se presupone la imparcialidad de los miembros del jurado el problema de la cata a ciegas puede ser ciertamente peligroso. Si la cata se hace completamente a ciegas, nuestra memoria olfativa intentará identificar cada vino que catemos con otros que hayamos catado en el pasado. Lo intentaremos asociar a varietales que más probamos. Es lógico, nuestro cerebro busca afinidades y esquemas sencillos. No quiere pensar en temas complejos.

Imaginaros que en un concurso de cata completamente a ciegas de vinos tintos hay que valorar un vino de una varietal que a lo mejor hemos catado con suerte una o dos veces anteriormente. Podremos decir si el vino nos gusta o no, pero nos resultará muy complicado buscar asociaciones y comparaciones con nuestra memoria olfativa.

Sencillos ejemplos

Y no solo eso, catar por ejemplo a ciegas vinos Cabernet Sauvignon no es tarea sencilla, ya que se cultiva en casi todo el mundo, con lo cual los vinos que se elaboran pueden ser sustancialmente diferentes y llevarnos incluso a no reconocer un vino de esta varietal de determinada zona del mundo porque hemos probado siembre Cabernets de otras zonas.

Pongamos otro ejemplo. Vamos a una cata vertical de un determinado vino. Sabemos que vino es y vamos viendo las añadas. Ahí si que se puede aprender sobre como las condiciones climáticas de cada año han afectado a ese vino a lo largo de los años. No solo eso, sino que podemos ver como evoluciona ese vino con el paso de los años en botella. Este tipo de cata si que permite aprender mucho sobre un vino, una varietal y las diferentes crianzas.

El vender una cata a ciegas como una forma de aprender, se nos antoja un error. La primera vez que fuísteis a la autoescuela a hacer test para sacar el carnet de conducir, nos imaginamos que os darían un manual y lo habrías mirado. ¿Quizás os sentasteis sin tener ni idea de nada a hacer los test a ver si sonaba la flauta?

Aprender supone el tener unos mínimos conocimientos de la materia y saber que queremos aprender. Y en el mundo del vino no iba a ser menos.

 

Colaborador: Pedro Guerra