Hoy os dejamos esta reflexión tras tener hace unos días un debate abierto en este magazine con varios lectores sobre el tema.
Ante la pregunta de si ¿valen las medallas y las puntuaciones para saber si un vino es mejor o peor que otro? Curiosamente la respuesta fue unánime. No.
Pero si le dábamos un poco de vuelta a la frase y preguntábamos, ¿valen las medallas y las puntuaciones para vender mejor un vino? hay la respuesta fue otra vez unánime pero en sentido contrario. Si.
Y no deja de ser algo curioso que no nos fiemos de las puntuaciones entre dos vinos para decir cual es mejor que otro en una comparativa, pero si en su puntuación o si ha tenido premios o medallas en concursos, cuando queremos comprarlo o recomendarlo. Es decir, si nos ponen dos vinos delante de 95 y de 90 puntos sin decirnos cual es cual, probaremos ambos y opinaremos sacando nuestras conclusiones que pueden o no coincidir con las puntuaciones que les hayan dado. Pero sin embargo, muchísima gente, sobre todo lo no habituada al consumo de vino, cuando tiene que decidir comprar un vino u otro para una cena o comida, si se deja influir por el tema de las medallas que pone en la etiqueta que ha recibido.
Y es que España siempre ha sido y será, en cualquier sector de actividad, un país de ‘titulitis’. Si para un trabajo cuenta más los títulos que la experiencia que aporte un candidato, no iba a ser menos el mundo del vino. Lo que no se dan cuenta muchos es que los títulos se compran, con lo cual el remitirse exclusivamente a los premios obtenidos o puntuaciones recibidas, es sin duda un ‘juego de azar’.
Nos gusta siempre dar un ejemplo.
Recientemente llegó a nuestras manos un estudio sobre las acciones de RSC (Responsabilidad Social Corporativa) de las bodegas de una determinada CCAA. De las 100 mejor valoradas en ese aspecto, conocemos mucho a la que estaba en segunda posición. Curiosamente unos días después nos encontramos con la responsable de esa bodega a la cual felicitamos por las excelentes calificaciones obtenidas en el estudio de la RSC. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando la respuesta que nos dio fue la de ¿qué es eso de la RSC? Tras un poco más de conversación nos dimos cuenta de que ‘un aporte’ a la consultora que elaboró el estudio era suficiente para aparecer bien clasificado.
Y no nos extraña nada el ejemplo que os hemos puesto porque en todos los sectores de este país funcionan las cosas de un modo similar, lo cual, aunque no es éticamente correcto, si que es muy efectivo y, por desgracia, las bodegas son un negocio que debe de tener unos resultados, siendo en ocasiones estos conseguidos con independencia de la forma empleada para ello.
La única forma de saber si un vino es mejor que otro, tampoco diríamos que es probándolos. Y es que cualquiera que no esté muy acostumbrado a catar vinos, puede que no capte las sutiles diferencias entre dos vinos. Ahora bien, lo que si seguro sabe es decirnos cual de los dos vinos le gusta más. Y eso es lo que consideramos nosotros que es fundamental. No hay que preocuparse por cual es el mejor o el peor vino, sino por encontrar aquel vino que más nos gusta que se ajusta a nuestras disponibilidades económicas. Ese, sin duda alguna, será el mejor vino para nosotros, con independencia de las medallas y puntuaciones recibidas.
Nosotros animamos siempre a que la gente pruebe muchos y variados vinos, si su economía se lo permite, lo cual, además de aprender más sobre vinos, le permitirá agudizar su juicio y opiniones, y lo que es mejor, no sentirse obligado a decir que un vino, por tener determinada puntuación o recibir unas medallas, es mejor que otro que no las ha recibido.
