Ya os hemos puesto en alguna ocasión la receta de gambas al ajillo clásica de toda la vida, y hoy os traemos una que hacemos nosotros y que no difiere mucho pero tiene un toque diferente y una presentación distinta.
La diferencia en cuanto a la presentación radica en que no las dejamos flotando en el aceite, con lo cual se pierde algo de gracia, pero nos gusta mucho también así.
Y frente a la clásica en la que usamos guindilla, en esta cambiamos ese ingrediente por pimienta blanca y aumentamos la cantidad de ajo y perejil. Y en esta vamos a darle un toque de vino blanco.
- 600 gramos de gambas, mientras mejores, mucho mejor
- 5 dientes de ajo
- pimienta blanca
- perejil
- aceite
- sal
- medio vaso de vino blanco, mejor albariño, pero si no lo hay, cualquiera es buena siempre que sea blanco.
Pelamos los ajos y los troceamos muy pequeños mientras calentamos aceite en una sartén y cuando esté muy caliente echamos los ajos y, sin que se lleguen a dorar echamos las gambas. Revolvemos todo y cuando empiecen a sofreirse bien las gambas, retiramos parte del aceite y añadimos el perejil y medio vaso de vino blanco. Revolvemos todo y, cuando se haya evaporado el vino, solo quedará escurrirlas en papel de cocina y servirlas en un cuenco.