La crisis del ladrillo no afecta a este ciudadano ruso que tras conseguir recoger 12.000 botellas de champagne en tres años, ha decidido que lo mejor era hacerse una casa con ellas y nada más y nada menos que de 99 m2, nada de un apartamentito.
La mayoría de las botellas fueron compradas mientras que otras fueron donados por restaurantes de la zona.
«Cuando empecé a construir, ni siquiera me había imaginado que hay tantos tipos diferentes de botellas de champán», dijo.
Para el uso de las botellas como ladrillos apilada cada botella con el cuello hacia el interior sobre una base sólida dejando un espacio para poner el aislamiento y la parte superior de la botella en la que se vierte una solución que sujeta las botellas en el lugar, así como mantener el edificio caliente.
Desde el interior, sin embargo, casi parece una casa normal, no se puede decir que las paredes están hechas de botellas. Se la ha dado como regalo de bodas a su hijo mayor, y espera que se mantenga en pie durante al menos 100 años.
