Se trata de Arbane, Petit Meslier, Fromentot y Blanc Vrai, que fueron fueron abandonadas por los viticultores tras la Primera Guerra Mundial, prefiriendo otras más constantes en calidad y de rendimiento.
Cuatro variedades que resurgen en esta región del nordeste de Francia dominada por el el pinot meunier, pinot noir y el chardonnay gracias en parte al cambio climático. Son cuatro variedades de uva blanca autorizadas por la denominación de origen Champagne. Y es que por ejemplo, los veranos calurosos y secos benefician a la Arbane y al Petit meslier que necesitan un máximo de sol para concentrar sus azúcares.
Después de que la filoxera y la Primera Guerra Mundial diezmaran los viñedos de Champagne, se impusieron las especies más adaptadas. De las viñas históricas de maduración tardía y rendimientos inciertos de las variedades minoritarias sólo quedan algunas parcelas, que ocupan un 0,3% de las 34.000 hectáreas que dan las uvas del «vino de los reyes».
Mientras la vendimia de 2015 se anuncia excepcional tras un verano caluroso, unas 50 áreas de Arbane producirán el equivalente de 5.000 kilos por hectárea, es decir tres veces menos que el rendimiento medio del pinot noir.
La cepa arbane fue «probablemente traída por los romanos. Pero su origen sigue siendo un misterio, el estudio de su genoma no ha podido revelar su filiación», señala un viticultor, que afirma tener una debilidad por esta variedad.
Cada año, ensambla sus mejores caldos de arbane, de petit meslier y de blanc vrai con el clásico chardonnay para producir unas 3.000 botellas de su «Quattuor», cuyos sabores tensos y minerales evocan las flotes blancas y los cítricos.
En el Comité Interprofesional del Vino de Champaña (CIVC) vigilan muy de cerca los efectos del calentamiento en los viñedos, y constatan que «por el momento, es totalmente beneficioso», como explica Dominique Moncomble, director técnico del CIVC.
Fuente Latercera.com
