Puede que para muchos de vosotros os suene extraño, pero el ‘porco celta‘ existe y, además, es un manjar.
Las cualidades de la carne de porco celta son diferentes a las del cerdo tradicional. Su producción se cuida más, lo que repercute en el precio final (más caro) y los lechones crecen con mayor lentitud, en comparación con otras razas. Son animales que no se medican, solo tienen una desparasitación temprana, porque en palabras de la Asociación de Criadores: «es una raza dura, es casi imposible que enferme«. Se crían al aire libre y se alimentan de bellotas, castañas y cereales, por lo que hacen también una gran labor de limpieza de los montes.
La Raza de Porco Celta era la más importante en Galicia hasta comienzos del pasado siglo, sufriendo a partir de entonces una continua reducción censal ocasionada por la importación de razas y por el cruce con éstas.
Se han hecho campañas de recuperación de esta raza las últimas décadas del siglo pasado y hoy podemos disfrutar de productos procedentes de este animal que son un manjar.
Nos ha caído este fin de semana unas piezas de porco celta y hemos decidido realizar algo muy clásico, sencillo y tradicional pero, a la vez, realmente exquisito.
Churrasco de porco celta acompañado de pimientos asados del Bierzo y con una guarnición clásica de patatas fritas, ¿qué más se puede pedir?
Fácil receta en la que solo debemos de tener una buena parrilla, un poco de sal, un poco de aceite pero no es necesario y un poco de perejil para decorar. Echarle algo más a esta carne es un verdadero sacrilegio.
Truco: más que truco es consejo, esperar a que la parrilla esté bien caliente para echar las tiras de carne y no estar más de un minuto sin darle vuelta. Según os guste la carne, le daréis tantas vueltas como queráis.
Emplatar: patatas fritas y pimientos asados del Bierzo. Buen pan y buen vino y a disfrutar.
